En Badajoz, la lluvia suele envolvernos de manera intermitente durante todo el año, y a pesar de que existen quienes disfrutan bajo su particular ducha de vida y el delicioso olor a tierra mojada, es innegable afirmar que nos crea más problemas de lo necesario.
No debería convertirse
en habitual aquello de transformar nuestra pequeña capital en el Arca de Noé cuando apenas el cielo vierte unos cuantos de cientos de
litros.
Las alcantarillas se desbordan en la mayoría de los barrios, solares y garajes se anegan y el asfalto mal parcheado se encharca hasta el extremo de obligarnos a utilizar un calzado más propio de pescadores que de viandantes.
Las alcantarillas se desbordan en la mayoría de los barrios, solares y garajes se anegan y el asfalto mal parcheado se encharca hasta el extremo de obligarnos a utilizar un calzado más propio de pescadores que de viandantes.
No sé si a las cabezas
pensantes de esta ciudad se les habrá ocurrido poner solución al
problema, porque digo yo, que a los coches oficiales también se les
hará más denso el lento tráfico en la jauría de automóviles en
la que se transforma la capital pacense cuando el dios del trueno
clama para venir a recordarnos las deficiencias de nuestra ciudad.
Existen quienes cuando
vierte la lluvia corren a refugiarse como si en vez de inodora,
incolora e insípida agua cayera azufre sobre nosotros. Ellos se lo
pierden, pero algunos preferimos mojarnos la cabeza en detrimento de
los pies.
La solución de estas
vicisitudes, y la descarga de las listas del paro en nuestra ciudad,
pasan sin duda por convertirse en mis mejores deseos para los
pacenses en 2014. ¡Feliz año!
Audio del programa 30/12/2013
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