Adolfo Portillo Campini. Mi "Jefe" |
Hoy quiero presentarles una nueva categoría que espero sea del agrado de
todos ustedes. Se trata ni más ni menos que de la sección “El loto azul” en la
que de cuando en cuando les iré presentando a una persona que escribirá un post
para ustedes.
El primer invitado no podía ser otro
sino mi primer gran amigo de la infancia, Adolfo Portillo Campini. Creo que no
todo el mundo puede presumir de tener un amigo desde los 5 años de edad, y
haber vivido tantas y distintas etapas de nuestra vida juntos.
Adolfo y yo tenemos tantas cosas en común, que
a pesar de ser físicamente opuestos cualquiera nos confundiría por nuestra
manera de hablar, por las chorradas que decimos y sobre todo por nuestro increíble
sentido del humor. Los dos somos del Real Madrid, y compartimos de siempre
afición por los cómics, los libros, series, películas, mujeres y todas esas
cosas de la edad.
Esa química como personas también transcendió a niveles
musicales, ya que como músicos compartimos larga lista de ensayos, conciertos e
incluso autoría de canciones.
Adolfo P. Campini en Cáceres (2004) tras una actuación con Left Brothers |
Adolfo siempre fue un tío muy listo,
bastante más inteligente que yo, y aunque el menda jugaba mejor al baloncesto
él siempre entendió mejor las matemáticas y el inglés, y tantas otras
asignaturas que con benevolente paciencia me ayudó en su día a aprobar.
Aunque como mantengo desde hace muchos
años, está muy tonto desde segundo de BUP, yo sigo queriéndolo con locura.
Lamentablemente hace tiempo que nuestra relación no es tan fluida como antaño,
cosas de la vida, aun así siempre está presente en mis pensamientos y en mi
corazón, y por ello he decidido que tenía que ser la primera persona en
inaugurar esta sección.
Adolfo Portillo Campini, además de un innegable talento musical, ostenta un divertido blog: "El bajista bajito" que aunque su trabajo y proyectos musicales no le permiten actualizar con frecuencia, no puedo dejar de recomendarlo a todos ustedes.
Sin
más preámbulos les presento a una persona imprescindible en mi vida: Adolfo
Portillo Campini.
Pan, chocolate y tebeos
Mi amigo de la infancia Enrique me pidió hace un tiempo una colaboración para su exitoso blog, y tras devanarme los sesos buscando un tema idóneo durante unos días, y la presión necesaria por su parte, ya que Enrique siempre fue muy pesad… convincente, la respuesta cayó por su propio peso.
Mi admirado Falcó habla en su blog con cierta frecuencia sobre cómics, afición que compartíamos cuando éramos unos tiernos retoños, y aún hoy compartimos. Así que, armado con un lápiz y folios me hice un bocadillo de chorizo con tulipán y me dispuse a rememorar las meriendas de la infancia, mi hora favorita para devorar tebeos.
Recuerdo cuando descubrimos de churumbeles que en la zona infantil - juvenil de la biblioteca pública había cientos de cómics. Fue como ver el mar por primera vez, se habría un universo inexplorado ante nosotros. Uno tras otro, nos bebíamos cómics míticos como “Chapeau el esmirriau” o “El sulfato atómico” de Ibáñez, cómics de Lucky Luke, Astérix o de Tintín, tebeos de Escobar, Vázquez… pero entre todos ellos sentía predilección por Superlópez, el personaje de Jan.
Menos mediático que Ibáñez, Hergé o Goscinny y Uderzo, Jan poseía un estilo muy reconocible aunque con claras influencias de la escuela Bruguera. El primer libro de nuestro superhéroe cañí fue editado en 1980, y fue en esa década donde el prolífico autor parió varias joyas tales como El supergrupo, El señor de los chupetes, fantástico homenaje a la famosa saga de Tolkien, Los cabecicubos, La caja de Pandora, una gran lección de mitología clásica que todos los niños deberían leer, Al centro de la tierra, que como bien imaginarán está inspirado en la novela de Julio Verne y en 1989, Los petisos carambanales y otras petisoperías, libro ante el que me pongo en pie quitándome la boina.
En este último tebeo, Jan crea un alfabeto de símbolos y para descubrir qué dicen los petisos carambanales, entrañables muñequetes amarillos de menos de un palmo, debías traducir previamente letra por letra sus bocadillos. Muy original y un ejercicio con el que disfrutabas el doble de aquel maravilloso libro. Posteriormente, el dibujante leonés ha llegado a crear hasta 54 libros de aventuras de este personaje, aunque yo me quedo con la primera época.
Actualmente creo que Enrique está leyendo manga y sigue repasando a su adorado Tintín. Yo me he lanzado por otros derroteros, y soy muy seguidor de autores indies españoles (malditas etiquetas) como Juanjo Sáez, LuisD, Paco Roca (este es menos indie) o para mí el mejor, el premiado autor extremeño Fermín Solís.
Si tienen oportunidad, no se pierdan sus obras, es un orgullo para los extremeños tener creadores capaces de alumbrar joyas tales como “Buñuel en el laberinto de las tortugas”.
Gracias, amigo , por contar con un humilde servidor para tu blog.
Un abrazo.
Escrito por Adolfo Portillo Campini el 21/10/2011
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