Don de Loch Lomond

Don de Loch Lomond

martes, 14 de octubre de 2014

Moscas, mosqueados y moscardones


Enrique Falcó. Cruzado anti moscas

Moscas, mosqueados y moscardones

     Anda el personal muy mosca últimamente, mosqueado y a base de bien, con algo más que la mosca detrás de la oreja. Como si a más de uno le hubiera ocurrido aquello tan desagradable de encontrarse una mosca en la sopa.

¡Vaya semanita! Anunciaron los sindicatos una huelga general y hubo huelga en Educación… huelga decir que precisamente, en educación, algún moscardón que otro siempre parece encontrarse en huelga, ustedes ya me entienden, que se está liando parda vamos. Asaltos a colegios por un lado, insultos e intentos de ocupar una emisora de radio por otro… 

A la chusma, amparada en el anonimato que propicia la muchedumbre, parece que le priva un linchamiento más que a un tonto un lápiz y acuden a ellos como las moscas a la miel (da) que no a la comprá, si me permiten aquel ingenioso juego de palabras que tantos nos gustaba relatar de pequeños. Como pequeños y molestos son los ‘mosquitinos’ que asolan últimamente por todas partes. Algunos dicen que son moscas recién nacidas, y otros que son mosquitos de la fruta, pero de una u otra manera parecen indestructibles.
     

Siempre me dieron asco los insectos, y como todo hijo de vecino tengo mis manías. No soporto la presencia de una mosca en el habitáculo donde me halle, oye. Si estoy disfrutando con un libro o una película y una mosca revolotea alegre y coquetona por los alrededores, no paro hasta darle caza y desmenuzarla con lo primero que se me venga a mano, que suele ser casi siempre la portada del libro en cuestión.

Y que no me vengan los moscardones amigos de los seres vivos a ciscarse en mis muelas, pero es que las moscas me producen tal efecto de suciedad e insana sensación que es que no puedo seguir realizando tranquilo actividad alguna.

Con los mosquitos me ocurre algo parecido. Ya puedo tener todo el sueño del mundo acumulado que como mis orejas capten el particular y molesto deambular de algún mosquito osado, el menda no para hasta darle caza aun a riesgo de manchar con sangre (del mosquito claro) sus propias manos. «Lo has convertido en algo personal», le inquiere el menda al insecto, cual tipo duro de pacotilla parodiando a un Clint Eastwood cualquiera.

Y no me importa si me desvelo, o si pierdo el sueño, qué narices, también a un gran hombre le puede exasperar una miserable mosca. Además, para cazar una trucha has de perder una mosca, o un mosquito, y peor para estos provocadores insectos, que se ofrecen suicidas e imprudentes, ya que no puede ser más apropiado el dicho que afirma que la mosca que no quiere ser cazada está más segura cuando se posa en el matamoscas.

La verdad es que en las recientes bodas de mis amigos me he pillado una buena "mosca".
La verdad es que en las recientes bodas de misamigos me he pillado una buena "mosca".


 Para mosca por cierto la que agarré ayer, en la boda de mi íntimo Adolfo Portillo Campini, aunque no llegó a los extremos de embriaguez de la de mi amigo ‘El poeta’ del pasado día de Extremadura. Dejé de lado el Loch Lomond y me centré en el ron añejo cortito con mucha Coca-Cola.


Seré la vergüenza de los piratas pero uno ya no está a sus años para muchos más achaques, y la ingesta desmesurada de bebercio te atonta la humanidad para varios días. ¡Ahora que para tonta la climatología! Ahora que llueve, luego que escampa, diluvio va, sale el sol por Antequera… «Ante que era» un placer pasear tranquilamente hasta el tajo, (pronúnciese mejor Guadiana, ya que el «tajo», o sea, el Gran Hotel Casino de Extremadura, se encuentra al amparo del río) y ahora no sabe uno si salir con el paraguas, de manga corta, de manga larga, en coche, moto, sidecar, bus o taxi.


El menda siempre que necesita un taxi llama a José Carlos García Márquez, el mejor taxista de Badajoz, y presidente además de Radio Taxi Badajoz. En una entrevista publicada el viernes pasado en este mismo diario, mi amigo José Carlos mostraba la dura realidad de la profesión: subida de la gasolina, incremento de robos y agresiones, importante bajada en picado de clientes… vamos que los taxistas también están mosqueados, como todos.


Por si las moscas, no volveré a incidir en el tema de la limpieza. El pasado jueves, en la tertulia radiofónica del programa de Canal Extremadura Radio donde colaboro, ‘El sol sale por el oeste’, a raíz de unas declaraciones de un compañero tertuliano sobre la suciedad en Cáceres, a quien suscribe le dio por afirmar categóricamente que pocas ciudades más guarras existen que Badajoz, y evidentemente a causa de sus incívicos ciudadanos.


Así lo solté, sin anestesia y sin nada, y así de mosqueados andan algunos lectores y oyentes, especialmente algunos que me han escrito a mi correo electrónico (que saben que siempre figura al final de esta tribuna a disposición de todos) para acordarse de mi señora madre, y no precisamente porque el pasado martes haya sido su cumpleaños.


En moscas cerradas no entran bocas mi querido Hernández...
En moscas cerradas no entran bocas mi querido Hernández...

«En boca cerrada no entran moscas mi querido Hernández». «Bien dicho Fernández, yo aun diría más. En mosca cerrada no entran bocas».

Si cuentan con que el menda esconda la pluma (literaria) y cierre el boquino ante la evidencia de la realidad que se le presenta en la cara a diario… será mejor que no me lean (valga la redundancia) en este diario… ¡ni en mi blog por el cetro de Ottokar! Y que sintonicen otra emisora si ya no sintonizan bien conmigo.

 Pero tampoco se enfaden por el amor de dos… que una maldición nunca ha matado una mosca.
Desahóguense si lo prefieren, pero ya les advierto que a olla que hierve ninguna mosca se atreve. Yo a lo mío, que es a entretenerles, y divertirles, que con maña caza a la mosca la araña. Al menda lo único que le ha picado en la vida ha sido el amor, que es como la mosca Tse Tse, que si te pica sueñas.
Ya sé, mis queridos y desocupados lectores que estoy últimamente muy jocoso e irónico, pero ya lo saben: «Cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo».


 
 

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