Enrique Falcó. Mitómano
Siempre he asegurado públicamente, y ya escribí sobre el asunto en alguna ocasión, que el buen cine y la exquisita literatura deben viajar constantemente de la mano, ayudándose uno a otro, complementándose incluso, promocionándose ambos como uno solo, sin olvidar la obviedad de que ambos son lenguajes, pero lenguajes distintos.
Tuve la suerte de saberme casi de memoria la trilogía de El Padrino antes de que la novela de Mario Puzzo cayera en mis manos. Como comprenderán, Don Vito Corleone siempre permanecerá en mi memoria (y seguramente en la de todos) con la imagen de ese Marlon Brando triste y cansado, con sus enormes «babuchas», su pausado diálogo y su desgastada voz.
La película es completamente fiel a la novela, aunque centrada sobre todo en lo referente a la familia Corleone.
No hará falta que les recomiende la novela, así como las películas. Gracias al cielo existen más partidarios de la saga que detractores.
Si son grandes aficionados seguro que han sonreído ante el título de esta tribuna, y no es necesario explicar qué es eso del ‘Genco Pura’ o quien es el malogrado ‘Jartum’.
Al que piense que somos unos frikis que se pregunte qué es lo que tendrá una película o novela para volvernos tan locos con ellas. Les haré una oferta que no podrán rechazar.
Háganse de estas, y disfrútenlas dichosos, preguntándose cómo han podido estar 40 años de su vida sin ellas. Desoyendo los consejos de Don Corleone, (‘Los demás nunca han de saber lo que piensas’) hoy no he podido resistirme a mostrarles mi devoción. Pero les aseguro que no es nada personal, solo son negocios.
Tuve la suerte de saberme casi de memoria la trilogía de El Padrino antes de que la novela de Mario Puzzo cayera en mis manos. Como comprenderán, Don Vito Corleone siempre permanecerá en mi memoria (y seguramente en la de todos) con la imagen de ese Marlon Brando triste y cansado, con sus enormes «babuchas», su pausado diálogo y su desgastada voz.
La película es completamente fiel a la novela, aunque centrada sobre todo en lo referente a la familia Corleone.
No obstante, es muy interesante profundizar en algunos personajes a los que la cinta de Coppola no otorga el mismo peso que en la novela, como pueden ser los del cantante y actor Johnny Fontante, algo así como una parodia de Frank Sinatra.
No deja de resultar algo curioso las similitudes entre el ficticio ahijado del Don y el famoso intérprete de ‘New York’.
Ambos están relacionados, aunque sea indirectamente, con el mundo de la Mafia. Coinciden en los espantosos trajes blancos, y gustan los dos de cantar canciones ñoñas y romanticonas, que seguramente son las que consiguen que sin ser precisamente unos dandis, sean merecedores del deseo de las mujeres de todas las edades.
La historia de Luca Brasi también obtiene un cariz especial, así como las innumerables referencias al mundo del cine y de los casinos, donde está claro que Mario Puzzo se mueve como pez en el agua.
Y si no se lo creen no dejen de leerse otra de sus grandes novelas, El último Don, que fascinará a los amantes de los entresijos del cine y del juego. Desde que vi por primera vez El padrino, la palabra «don» se incorporó a mi vocabulario, y pasó a ser algo más que un regalo o presente, o una habilidad, bastante más que un tratamiento de respeto que se antepone a un nombre.
«Respeto». Esa es la palabra. El respeto es muy importante en El Padrino, como en todas las novelas o películas sobre la Mafia. Siempre han acusado a Coppola de otorgar a la película un magnetismo especial que dota de un gran atractivo todo lo referente a los gánsteres y el crimen organizado.
Qué quieren que les diga. Qué seguramente es cierto. ¿Quién no soñaría ser uno de aquellos respetados hombres, con sus elegantes trajes al mando de su propia familia, sin doblegarse ante los poderosos y con un código propio de honor? Ya saben ustedes, mis desocupados lectores, que el título de mi blog (y del que será mi primer libro) llevan el título Don de Loch Lomond.
Lo del Loch Lomond creo que ya ha quedado claro, pues se refiere al más bello y dorado de los licores de malta, al preferido por el viejo Capitán Haddock. El «don» que le antecede no es más que un antiguo arcaísmo que viene a significar algo así como «ofrecido por, o patrocinado por». Pero no puedo engañarles. Lo elegí también por su sonoridad y todo lo que denota y connota a los que sienten fascinación por todo este mundo.
Si son grandes aficionados seguro que han sonreído ante el título de esta tribuna, y no es necesario explicar qué es eso del ‘Genco Pura’ o quien es el malogrado ‘Jartum’.
Al que piense que somos unos frikis que se pregunte qué es lo que tendrá una película o novela para volvernos tan locos con ellas. Les haré una oferta que no podrán rechazar.
Háganse de estas, y disfrútenlas dichosos, preguntándose cómo han podido estar 40 años de su vida sin ellas. Desoyendo los consejos de Don Corleone, (‘Los demás nunca han de saber lo que piensas’) hoy no he podido resistirme a mostrarles mi devoción. Pero les aseguro que no es nada personal, solo son negocios.
Publicado en Diario HOY el 18/03/2012
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