Don de Loch Lomond

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sábado, 10 de mayo de 2014

El Carnaval de " Los Niños"

Cuando evocamos a la memoria y realizamos un nostálgico viaje en el tiempo a través de nuestros recuerdos, es casi imposible no vislumbrarse a uno mismo inmerso en la magia del Carnaval pacense. Siempre existe una mención especial, un momento entrañable que se desarrolla disfrazado y rodeado de amigos o familiares, disfrutando del baile de máscaras con la inconfundible banda sonora de tambores y pitos que ya, desde la fiesta de las candelas, se empeñan en recordarnos que estamos en esa breve época del año en la que merece la pena olvidarnos de todo lo malo y dedicarnos a disfrutar como buenamente podamos de una fiesta de la que presumimos y que sin duda es tan grande como nuestra.

Pero existe otra banda sonora, que también acompaña a los espectros que figuran en nuestra sesera desde la niñez. Me refiero naturalmente a las murgas, y muy especialmente al concurso de estas agrupaciones que se desarrolla desde el año 1982.

Aun recuerdo cuando había que sintonizar un canal en aquellas viejas televisiones de los años 80 para disfrutar del concurso de murgas que entonces se desplegaban en el viejo y entrañable Teatro Menacho, en donde ahora existe un Zara al que miro con el desprecio que supone una traición a tan especiales momentos vividos en el interior de su sagrado recinto, en donde la magia del cine y del teatro me ayudaron a crecer a sabiendas que los sueños pueden cumplirse si nos lo proponemos todos los días.

Aquellos primeros concursos eran tan rudimentarios como entrañables. Cargados de buenas intenciones y un espontaneo y envidiable sentido del humor, en detrimento eso sí de cierta armonía vocal y musical y cuanto menos de calidad en el vestuario. Pero lo esencial eran las ganas de pasarlo bien, algo que lamentablemente en los últimos años no ha trascendido tanto como otros aspectos a la postre bastante menos románticos que van más allá de intentar conseguir esa media sonrisa o explosiva carcajada que los amantes del concurso buscamos en cada edición sin descanso.

El nivel de las murgas así como la preparación de los murgueros aumentó. Llegaron las nuevas reglas y a finales de los 90 se acabó con aquel bendito desorden en el que cada formación cantaba lo que quería y como quería. Algunos de los murgueros más veteranos no acogieron de buen grado estos cambios, pero es indudable que la "profesionalización" de este concurso nos ha proporcionado a lo largo de los últimos años momentos inolvidables e impagables de humor y felicidad. Sigo sin comprender a aquellos que solo apoyan a una murga o a las más populares cuando todas las agrupaciones pueden proporcionarnos excelentes momentos.



Un aspecto que siempre ha llamado poderosamente mi atención es el grado de "frikismo" que rodea toda la parafernalia que supone el concurso: Colas enormes para conseguir entradas, puyas constantes al jurado, canciones dedicadas entre las propias murgas o críticas en las letras sobre aspectos muy particulares que se tratan como si fueran conocidísmos. Llega un momento, en el que un espectador que no conozca profundamente todos los avatares del mundo carnavalero puede llegar a sentirse desorientado respecto a la temática de una actuación.

Sin duda fue en la edición de 2007 en la que todo este grado de frikismo alcanzó su mayor cota de espectacularidad. La murga "Los Niños", a la que guardo especial simpatía por aquello de ser coetaneos en edad y aportar risas y buen humor en todas sus participaciones, realizó un extraordinario ejercicio de originalidad y humor surrealista al parodiar y homenajear a la vez a aquellas primeras murgas del concurso.



Con el nombre de "Los Viriviriflantas. Feliz Carnaval 1986" la divertida formación parodiaba con mucho respeto y en tono de humor lo que podría haber sido la actuación de una murga debutante en aquel año. Para ello llevaron al límite su intervención (cantar algo desafinado, redobles y voces que entraban a destiempo, simplicidad y rimas absurdas en las letras, anarquía de movimientos en el escenario... hasta los antiguos micrófonos de pie y los recortes de serpentinas) hasta el punto de incumplir una de las normas del concurso. Utilizaron música que no era original en un pasodoble, algo no permitido por las nuevas reglas pero imprescindible para la naturaleza de su disfraz y de los personajes de la actuación, ya que por aquellos años, prácticamente todas las murgas utilizaban el tanguillo de los carnavales de Cádiz para sus pasodobles.

Una genialidad que no fue entendida como tal por los miembros del jurado, y por parte de algunas agrupaciones, por lo que fueron descalificados, poniendo fin a una de las actuaciones más extraordinarias (en todos los sentidos) que ha tenido lugar en el Concurso de Murgas.

Irrefutablemente, "Los Niños" se han ganado a pulso escribir con su arte un pedacito de la histora de este concurso, hasta el punto que esta edición será conocida en un futuro como "El Carnaval de Los Niños", el de su ausencia, el del año que no participaron en el concurso de murgas, haciendo bueno el dicho que asegura que aunque nadie sea imprescindible existen huecos que son mucho más difíciles de llenar que otros.

Esperemos que sea una anécdota, o ¿Por qué no? Incluso otra de sus bromas, y los tengamos con las pilas cargadas en el concurso del 2015. El Concurso de Murgas de Badajoz será grande eternamente, pero sin duda alguna , con "Los Niños" siempre será mejor.

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