Don de Loch Lomond

Don de Loch Lomond

domingo, 30 de junio de 2013

El Condensador de Fluzo

El Condensador de Fluzo, el invento del viejo Doc Brown, que es lo que hace posible el viaje en el tiempo

El 1 de Julio de 2013 nace una nueva sección en este blog: El Condensador de Fluzo, donde se recogerán mis intervenciones en la sección de igual título que tendrá lugar en el programa “Hoy por Hoy Extremadura” en la Cadena Ser.

Llevábamos tiempo queriendo hacer algo juntos mi amigo Lolo Merino y yo, y siempre el verano es fecha pertinente para temas nuevos, más frescos, diferentes, originales y divertidos

Con este propósito nace “El Condensador de Fluzo” que como bien sabrán los más frikis y aficionados al buen cine, es lo que hace posible el viaje en el tiempo.

Y el título tiene sentido, ya que viajaremos al pasado cada lunes, entre otras cosas para escuchar grandes grupos extremeños que merecen ser recordados, y también para recordar alguna serie, o película, o acontecimiento especial de nuestra época de niño o adolescente, algo que seguro que os gustará a aquellos que rondéis la treintena.

En el primer programa escucharemos a "Los Desahuciados", uno de los grupos pacenses más grandes que ha habido en la historia de la música pop extremeña, y hablaremos sobre una película que marcó a toda una generación: "Los Goonies".

                  "Bocazas" hablando español en la V.O.






Espero que disfrutéis de la sección, y que colaboréis dejando comentarios en este blog, o en las redes sociales que he creado sobre la sección en Facebook y Twitter, también por supuesto entrando en directo en el programa de radio o escribiendo, opinando o sugiriendo grupos extremeños, o películas y series para tratar en diferentes semanas.

Trataré de colgar en este blog cada semana el audio del programa, así como un resumen de lo que ha sido cada emisión. Solo resta desear que disfrutéis tanto como yo y paséis un rato agradable.

Nos escuchamos los lunes, en Cadena Ser Badajoz, a eso de las 13:30, y nos vemos cuando queráis aquí. ¡No dejéis de colaborar!



sábado, 29 de junio de 2013

MICRORRELATO "Diario de una #Nimileurista"


Miró a los ojos al hombrecillo y musitó, lo siento. Y le dio con la puerta en las narices. ¡Que si podía colaborar para ayudar a la gente! ¿Y quién le ayudaba a ella? Ciscándose aun en la humanidad llegó hasta la cocina y encendió la radio. “Hoy por hoy Extremadura” con Manuel Merino - Queda mucho mejor Lolo merino ¡Este idiota no se entera!

- Voy a preparar Pimientos rellenos, con un par - se sorprendió pensando en voz alta -a ver si encuentro con qué rellenarlos.



Tenía frío, pero ni soñar con encender el radiador – “si tienes frío te arropas con la capa de tu tío” - le decía su abuela de niña. Tampoco quedaban pimientos – “si no hay los pintas”. ¡Maldito refranero! El móvil mostraba un número interminable en la pantalla. Por lo visto aun le debo perras al banco. Menos mal que quedan patatas. ¡La vida puede ser maravillosa Salinas!

Presentado al Certamen de Relatos en Cadena del CELARD. Badajoz. Junio 2013

viernes, 28 de junio de 2013

Horario de Feria


Extremadura sigue de feria. Hace poco la hubo en Cáceres; más recientemente, en Plasencia y Arroyo de San Serván. Ahora, en Badajoz y en Coria, reinos ambos de San Juan.

En agosto estarán de feria Jerez de los Caballeros y Salvaleón y, en septiembre, les tocará el turno a Mérida, una de las mejores; Barcarrota, con su Virgen del Soterraño, y Zafra, con su centenaria Feria Internacional Ganadera. Aunque a todo le llamamos ‘feria’, la auténtica feria es la de Zafra, la FIG, mientras que las demás son fiestas, ya con poca o ninguna feria de ganado y de mercadeo, que ese es el auténtico origen de las ‘ferias’ y no el parque temático de tómbolas, casetas y cacharritos que se adosó a los antiguos rodeos de mulas y ganado menor.


   

Feria es una palabra bonita, aunque haya perdido su significado inicial, o tal vez por eso, precisamente. En mi cabeza, tal palabra siempre connotará ilusión, positividad, alegría, buen rollo por los cuatro costados

Será por aquello de que en mi ciudad, Badajoz, la Feria de San Juan irrumpía en la mejor época del año. Al final de las odiadas clases, a las puertas de un nuevo verano que se nos presentaba como el más largo y próspero de nuestra vida, pues apenas habíamos consumido ni uno solo de sus días. Como si fuera un enorme y rico helado al que aún no le has dado ese primer mordisco.

No me atrae ir al ferial a bailar el ‘chunga chunga’ mientras tomo un baño de sudor. Pero sí me gusta dar una vuelta con mi novia, disfrutar del ambiente y tomarme mi cariñena con barquillos. Siempre se lo vi hacer a mi padre y, cuando me hallo en plena faena, sonrío recordando aquellos geniales versos de ‘La venganza de Don Mendo’: «Serena escúchame Magdalena, porque no fui yo… ¡no fui!, fue el maldito cariñena que se apoderó de mí…». 

También me gusta, como a cualquiera, salir a mediodía con los amigos o familiares a disfrutar del ambiente festivo que se respira en la ciudad, y a ponerme ciego de tapitas y rico caldo de la tierra. Porque las ferias de la ciudad de uno son siempre importantes y necesarias, y todos de una u otra manera debemos participar en su disfrute y alegría.



Por este motivo, muchos ciudadanos gozan de un horario especial en sus obligaciones laborales; horario de feria se llama. Los bancos, algunos comercios, la mayoría de las oficinas y demás suelen recibirlo de buen grado, para alegría de sus trabajadores. Mi menda no deja de preguntarse por qué motivo todos los ciudadanos no tenemos el mismo derecho. Está claro que las naturalezas de cada trabajo son diferentes, y bien distintas. De la misma forma, sus prioridades y necesidades. Hasta ahí estamos, pero de igual forma, estos trabajadores también deberían gozar, si no del mismo, de un horario especial, con una reducción horaria para que pudieran disfrutar de la feria con sus familiares y amigos, como el resto de conciudadanos. No comprendo qué derecho ha de tener un empleado de banca sobre un periodista, un médico o un comercial. Un oficinista sobre un croupier, un policía o un camarero. La discriminación no deja de ser aún más significativa y algo indignante en los grandes grupos de empresas, donde algunos departamentos sí disfrutan del horario de feria mientras otros no pueden beneficiarse de él ni recibir compensación alguna.

No estoy muy seguro, ni tampoco tengo intención de descubrirlo a estas alturas, si esto lo decide la propia dirección de la empresa, o los sindicatos o sus respectivas señoras madres, pero cuanto menos es cabreante.

Recuerdo hace ya algunos años, cuando trabajaba eventualmente como auxiliar administrativo en una pequeña oficina. El horario de los demás trabajadores era de 8.00 a 15.00 horas, pero como yo era aún un joven estudiante y me tenían contratado con una especie de subvención, el mío era de 9.00 a 14.00, y los honorarios bastante más bajos que el de los demás compañeros. ¡Faltaría más! ¡Nobleza obliga! Un día nuestro jefe anunció con gran júbilo que todos nos beneficiaríamos de un horario de feria que sería de 9.00 a 14.00 horas. Dicho de otra manera, mi horario habitual. «¿Y entonces, yo qué?», pregunté algo ‘mosqueadete’. Imaginen la respuesta: ajo y agua.

Por lo tanto, a pesar de que la feria es para todos y que se crea un horario especial para que podamos disfrutarla lo mejor posible, desgraciadamente no todos nos beneficiamos de dicho horario. Ya sé que la semana pasada criticaba esta actitud tan nuestra del culo veo culo quiero, de no comer ni dejar comer, de preocuparnos más porque a otros les quiten sus beneficios en vez de luchar porque los obtengamos también nosotros, pero reconózcanme que entienden y comprenden que cualquier honrado ciudadano que trabaje como el que más y que en su propia empresa sufra tal discriminación, cuanto menos, no pueda evitar vislumbrar que su feria no es para él, y por ello es comprensible que se sienta como un ciudadano de segunda. Y luego están quienes, precisamente por ser feria, trabajan más y nunca han sido feriantes. En fin, la feria siempre fue por barrios. ¿O era por horarios?

Publicado en Diario HOY el 19/06/2011

miércoles, 26 de junio de 2013

El niño que subió al Enterprise



Tan inevitable como el respirar es el sano ejercicio de relacionar unas palabras con otras, para que ambas denoten y connoten pareja ilusión, alegría y felicidad, o por el contrario ayuden a diversificar y compartir lo negativo o traumático que nos produzca su imagen mental en lo más hondo de nuestra sesera.

Es curioso cómo esta unión temporal de palabras torna con los años amparándose en la ineludible transformación de circunstancias que padecemos los seres humanos. De niño la feria de San Juan eran “los cacharritos”. Así de sencillo. De adolescente la relacionaba más bien con el botellón y bellas muchachas desprovistas de casi toda su ropa, con pantalón muy ajustado o faldas no más anchas que cualquiera de mis cinturones. Ahora de adulto el nuevo recinto casi ha desaparecido en el horizonte de mis recuerdos, y me contemplo tomando cañas y tapas en los bares de la ciudad, lejos del incómodo tumulto mezclado con polvo al que se le suma un viaje interminable de ida y vuelta.

Si acaso los puestos de cariñena con barquillos, y por qué no confesarlo, aquellas locuciones inolvidables de los “Hermanos Pernía” o la jauría de tómbolas son las que me obligan a pisar, aunque sólo sea por una o dos jornadas, el nuevo recinto. 

Pero trasladémonos de nuevo en el tiempo hacia la infancia, ya que sin duda son los niños pacenses quienes más disfrutan de nuestra Feria.

Cuando era pequeño “los cacharritos” me volvían loco, pero los de los niños pequeños, los más seguros. Aquellos que por ejemplo se limitaban a unas tranquilas vueltas en plan “tío vivo” sin más sorpresa que el arranque de la atracción o un inocente sube y baja. Y así era feliz. Nunca brotó deseo alguno en mi precavida y pueril naturaleza de exponerme a peligro cualquiera por nimio que se mostrara

El menda era más de reírse en “La cámara de los espejos”, aquellos  que deformaban nuestra imagen de manera tronchante, que de gritar como loco en aquel “Tapiz” que parecía que iba a soltarse para mandar a las primeras de cambio a todos sus ocupantes al país vecino. Disfrutaba más tratando de hallar la salida en “El laberinto de cristal” que enjaulándome en “El barco pirata”. Creo que ustedes me van entendiendo.


Siempre contemplé la posibilidad de un accidente en las atracciones de feria como una de las muertes más atroces que se me ocurrían en mi calenturienta imaginación, formada a base de cómics, películas juveniles de Hollywood y dibujos ochenteros, como la celebrada  “Dragones y Mazmorras”, serie infantil animada que ayudó a alimentar mi celo sobre las atracciones, ya que en ella, un joven grupo de amigos, se ve inmerso sin comerlo ni beberlo en una pesadilla cruel y fantasmagórica en lo que a priori era un divertido día en el parque de atracciones.

Esta pequeña aprensión debe de ser algo parecido a lo que algunos experimentan al volar en avión, acción por cierto, que jamás causó miedo o pavor en mi persona. De accidentes en los cacharritos alguno hemos tenido en nuestra ciudad, y varios especialmente desgraciados en nuestro país, pero seamos francos y reconozcamos que son tan poco probables como los accidentes de avión, y que hay más oportunidades reales de pegarse una considerable leche caminando tranquilamente hacia el trabajo que en una de estas atracciones, y esto es algo, que les cuento por propia experiencia.

De repente, la naturaleza sigue su curso y la Feria de San Juan ya no se representa en mi cabeza a través de aquellos “cacharritos” tan ingenuos e inofensivos, y la necesidad y el deseo de hacerme notar ante el juvenil género femenino consiguieron que me convirtiera en un experto en no chocar en “Los Autos de Choque”. Pero el destino no está carente de cierta ironía, y no se iba a conformar sino poniéndome a prueba de la manera más cruel y traumática.


Una noche de San Juan, a mis 15 primaveras, trataba de terminar la noche intentando conseguir algo más que palabras de cierta homóloga femenina mientras acompañábamos a otro amigo y su ligue en un desfile de atracciones cada cual más pavorosa y temible. No sé quien tuvo la maldita idea, pero cuando escuché lo de: “¡Vamos a montarnos en el Enterprise!” no sé muy bien cómo fui capaz de mantener el tipo, fingiendo incluso que ninguna idea por estupenda que fuera me podría apetecer más.

¡Los siguientes minutos fueron horribles! Desde la inquieta calma que precede a la más cruenta de las batallas me di cuenta que jamás volvería a ser la misma persona

Cuando la atracción comenzó a moverse a una velocidad que a mí me pareció la de la luz, de mi alma saltó para siempre al vacío lo poco de niño que quedaba en mi cuerpo de adolescente. Si no vomité ni me mareé, ni expulsé líquidos o sólidos alguno fue sencillamente porque estaba muy concentrado en sujetarme tan fuerte como si temiera soltarme para caer al fondo de las calderas del mismísimo Infierno.

Al terminar de dar vueltas, aquella mágica noche de San Juan me había convertido en un hombre, y como tal, jamás volvió a darme vergüenza alguna reconocer que aquello no era precisamente lo que más me gustaba en el mundo. Es más, desde entonces repetía a viva voz y abiertamente a todo el que quisiera escucharlo que aquello del “Enterprise” era una tontería como un templo más propia de niños que de hombres, y que uno ya estaba muy crecidito para según qué chorradas. ¡Hasta yo mismo me lo creía!


Todavía hoy, alguna noche veraniega de la Feria de San Juan encuentro este trocito de alma infantil perdida dentro de los ojos de algún preadolescente valentón dispuesto a todo por conquistar a aquella niña con la que preferiría estar paseando de la mano e intercambiando sus primeros besos por el ferial, en lugar de someterse a tan singular tortura.



Pero nadie dijo que hacerse mayor fuera cosa sencilla o fácil, y en el transcurso de la vida hay que afrontar peligros inimaginables y situaciones que te gustaría evitar.



Es ley de vida, no siempre puedes quedarte al margen esperando para contemplar lo bien o lo mal que lo pasan los demás en el “Enterprise”. 

sábado, 22 de junio de 2013

Una trompeta lejana


Los peculiares «álbumes-diario» del escritor y periodista Antonio García Orio-Zabala se exponen en la muestra que le recuerda en la Biblioteca Regional

Mi compañero Enrique García Calderón, periodista jubilado, pasó mucho tiempo aquí, en esta misma redacción en la que tecleo estas palabras. Pero es también ese niño al que he visto esta mañana en la foto dispuesta en la vitrina de la Biblioteca Regional, una de las vitrinas que alberga la exposición ‘Antonio García Orio-Zabala. 1913-1975’. La foto está pegada en uno de los numerosos «álbumes-diario» que el escritor y periodista que protagoniza la muestra, padre de Enrique, compuso a lo largo de toda su vida y que han sido donados por la familia a la institución, junto con originales literarios, ejemplares de su biblioteca personal y otros recuerdos.


Y digo compuso porque los diarios no sólo están escritos: llevan pegados fotos y trozos de papel garrapateados, dibujos hechos al alimón y caricaturas. Y una de las fotos muestra a mi compañero Enrique con apenas cuatro o cinco años, sujetando una pequeña trompeta. Su padre cogió aquella foto y escribió al lado: «Enrique sentado en el bar de la fuente toca la trompeta». Y luego, en otro trozo de papel: «Voz lejana! ¡Niño!: Cómo sigas tocando la trompeta, ¡te empujo!»


Recuerdos familiares, casi íntimos como éste, forman parte fundamental de la exposición sobre Antonio García Orio-Zabala, uno de los nombres históricos en el devenir de este periódico y una peculiar personalidad en la forma de hacer periodismo en la Extremadura de la parte central del siglo XX.


De Antonio García Orio-Zabala se cuenta que tenía su propio chófer para venir al periódico; que gozaba una mesa reservada con su nombre en el café La Marina, donde escribía muchos de sus artículos; que fue designado alcalde de La Albuera tras la guerra civil y que suyo fue el artículo ‘Patriotismo’ que provocó el cabreo del gobernador civil del momento y la detención del autor y del entonces director del HOY, Narciso Campillo, que ingresó por ese motivo en la cárcel y llegó a ser rapado como se hacía con los presos de la época. Y todo es verdad.


Enrique dice que la primera y fortísima vocación de su padre fue la militar, siguiendo la tradición de su propio padre y tíos, que fallecieron como consecuencia de heridas sufridas en la guerra de Marruecos. Con ese bagaje ingresó en el colegio militar de Toledo y participó en la guerra civil, de la que no le gustaba hablar. Piensa Enrique que el aspecto inacabado de su novela ‘La última fanega’ se debe a que la narración había llegado al tiempo de la proclamación de la Segunda República y que Antonio no deseaba adentrarse en el relato del periodo de la guerra. Le guardaba algo de rencor a Azaña por haber cerrado la Academia General Militar a la que no pudo asistir y así se lo confesó a Enrique en una de aquellas madrugadas de Badajoz en la que abandonaban juntos el local del viejo HOY en la Plaza de Portugal, Enrique ya corrector y Antonio, redactor de noche, ambos rumbo a las calles Vasco Núñez y Pedro de Valdivia, donde tenían su domicilio.


Tras su fracaso como militar, estudió varias asignaturas de Ingeniería en Madrid pero se volvió a Badajoz a administrar algunas fincas de su madre. Y entonces emergió su vocación de escritor, que se tradujo en novelas, obras de teatro ( ‘Cortijeros’, con música de Joaquín Macedo), sainetes que sus hijas representaban con las compañeras del colegio Santo Ángel ( ‘Compuesta y sin novio’) y pasodobles y poemas diversos, de todo lo cual proporciona mucho material la exposición de Badajoz. Y artículos. Miles de artículos y columnas, otra de las cuales, ‘Navidad en tiniebla’, le costó su destitución como alcalde. 

Enrique dice que su padre no tenía vocación de político ni carnet de conducir y que tuvo que prescindir del chófer a los 50 años, cuando se arruinó. Es entonces cuando ingresó en HOY, del que hasta entonces había sido solo colaborador. «No se le cayeron los anillos por empezar a trabajar a esa edad», narra Enrique.
Su hijo le recuerda feliz en sus últimos años como redactor de cierre en HOY. A los trabajadores del taller les llamaba sus «legionarios». Había sublimado su pasión militar y se había hecho periodista.


Publicado en Diario HOY el 22/06/2013 por Mercedes Barrado Timón

Aromas de fin de curso


Aromas de fin de curso en la noche de San Juan. Foto: PAKOPÍ

La de San Juan es sin lugar a dudas, la feria más grande e importante de Extremadura. Y no solo porque acoja a miles de ciudadanos, tanto extremeños como del resto de España, y a un importante número de vecinos portugueses. 

San Juan es importante por lo que significa para los ciudadanos de Badajoz. Como pacense, cuando pienso en La Feria de San Juan, o escribo y converso sobre ella, lo primero que viene a mi cabeza son buenos recuerdos, de diversa índole, pero siempre gratos y reconfortantes. 

San Juan, inevitablemente, huele a fin de curso en mi cabeza, a libertad y felicidad, a colofón de las odiadas clases y a bienvenida del maravilloso verano, que se presentaba ante ti como el más largo y próspero de tu vida, ya que aún no habías consumido ni uno solo de sus interminables díasAlgo parecido a contemplar en tus manos el más dulce de los helados al que aún no has pegado el primer mordisco

Sinceramente, y sin deseo de restar a nuestros vecinos emeritenses o de Zafra valor alguno a sus Ferias, no creo que si la Feria de Badajoz se celebrara en Septiembre tuviera para con los pacenses las connotaciones de alegría, optimismo, buen humor, cachondeo y buen rollo que irradia la de San Juan por los cuatro costados.

Hablar de la Feria de San Juan, necesariamente significa referirse al recinto ferial, al viejo y al nuevo, con la polémica de fondo relativo a lo bueno y a lo malo del importante cambio que se produjo a finales de los 90 cuando se trasladó de Valdepasillas al actual recinto de Caya

Indudablemente el vetusto recinto había quedado pequeño, y el traslado al enorme espacio supuso un paso natural, que ha otorgado a la Feria de San Juan una mayor proyección, pues tan importante paso supuso la posibilidad de aumentar las cifras de visitantes, así como del número de casetas y atracciones participantes. Pero cierto es que también se materializó el fin del encanto para una generación, la de los que ahora rondamos la treintena. 

Aquella generación que aún recuerda el gustazo que suponía acercarse a las 16 años dando un paseo al viejo ferial, sin necesidad de que te llevaran en coche, o de depender de un autobús o un taxi. Los botellones se hacían en los aledaños, en “La piedra” como los llamábamos al principio, y en Mapfre como empezó a denominarse poco después. Y era divertido recorrer aquella suerte de jaurías de botellones dispersos, junto a los amigos, y encontrar a esta y aquella pandilla de la ciudad, y charlar un rato con  amiguetes de otros centros o de otros grupos de conocidos.

 Una vez inmersos en la magia de la Feria, todo estaba mucho más localizado y se sentía más cercano. Recuerdo, aún con risas, lo celebrada que fue la anécdota de los churros, cuando me enfrenté por primera vez a la no siempre fácil tarea de plasmar en papel mis primeros recuerdos de la Feria de San Juan. Quedó inmortalizada en el Diario HOY, el 27 de Junio de 2010, y para siempre en mi primer libro “Don de Loch Lomond”. Permítanme que la recuerde muy brevemente para los lectores que aún no la conozcan:

Tendríamos unos 16 años, y en aquella edad no comíamos, sencillamente devorábamos. Si nos ponían un buey por delante, le echábamos un poco de “kétchup” y nos lo jalábamos preguntando qué habría de postre. Una mágica noche de San Juan, tras haberlo gozado de lo lindo y volver dando un paseo mientras contábamos batallitas, paramos en una churrería de Valdepasillas que acababa de abrir hacía pocos minutos. Había una pequeña cola en donde nos dispusimos mis amigos y yo. Éramos cuatro, y teníamos claro que de beber íbamos a pedir cuatro chocolates. “¿Cuántos churros vas a querer tu Enrique?” - me preguntó mi amigo Javi (íntimo mío y de la gula, como quien suscribe) “No sé, contesté yo… ¿unos diez?” - a todos les pareció bien  “Yo también diez…o doce” contestó aquel. El caso es que cuando nos tocó el turno, el churrero nos preguntó “¿Qué queréis?” Yo contesté con toda la buena educación del mundo “pónganos, si es tan amable, cuatro chocolates y sesenta churros” (nuestro voraz apetito nos recomendó pedir alguno más de la cuenta por aquello de que es mejor que sobre que no que falte) “¿Sesenta churros?” exclamaron el churrero y toda la cola al unísono. “Si” contestó mi amigo Javi con toda naturalidad y fingiendo algo de desgana “es que no estamos muy churreros hoy”. Y es cierto, no lo estábamos... ¡Sobraron dos!”

Esta simpática anécdota (les aseguro que es verídica) jamás volvió a producirse desde el traslado al nuevo recinto de Caya. La considerable distancia, unido a la ingesta de alcohol y al peligro de caminar de noche, no aconsejan aquello tan nuestro de antaño de volver dando un paseo, bromeando y charlando

Podemos afirmar sin ninguna duda que quizás La Feria de San Juan, tal y como la entendíamos, dejó de convertirse en algo muy nuestro que se abría a una concepción de la Feria mucho mayor de lo que la sentíamos y que se nos escapaba. 

Nunca olvidaré la primera vez que acudí junto a mi novia y mis amigos a conocer “la nueva feria”. Aunque quizás, denominarla como primera vez no sea el término más acertado... ya que no fuimos. Tras la compra del botellón y el resto de toda la parafernalia, nos situamos en una de las paradas de autobús que el Ayuntamiento había dispuesto (No sé si fue exactamente en la Avenida de Europa o Fernando Calzadilla) el caso es que nada más llegar a la parada comenzaron a pasar autobuses que se dirigían a la Feria. Escribo “pasaban” porque no paraba ni uno. Estaban todos completamente hasta las trancas, y era desesperante observar como pasaban de largo sin ni siquiera detenerse para decirnos “ahí os quedáis”. La espera comenzó a resultar aburrida, hasta que a alguien se le ocurrió abrir la primera botella de ron. Cuando quisimos darnos cuenta eran las cinco de la mañana, como en la canción del inigualable Juan Luis Guerra. Ya ni siquiera mirábamos si venían autobuses, cuales náufragos en desiertas islas que han abandonado ya toda esperanza a ser rescatados. El caso es que lo pasamos muy bien, pero nuestro objetivo de conocer el nuevo recinto resultó esquivo.

El segundo intento también fue digno de aparecer en estas líneas. Visto que el día anterior no nos podíamos fiar de los autobuses, movilizamos a todos nuestros amigos que disponían de auto y carnet de conducir, que eran bastante escasos, y tras organizarnos como pudimos y cargados con el botellón pusimos rumbo al nuevo ferial... y acabamos la mayoría de los ocupantes de los vehículos haciendo de nuevo botellón, tras uno de los atascos más importantes en los que me he visto envuelto. Finalmente, tras los comprensibles problemas de organización, conocimos por primera vez la nueva Feria, que nos dejó aquel sabor agridulce ante la ilusión de lo más nuevo y el recuerdo de los momentos dejados atrás.

Con los años, evidentemente, dejó de interesarme el botellón, y son ahora los más jóvenes quienes le dan vida y forma, como nosotros cuando éramos adolescentes. Ciertamente acudo con muy poca frecuencia al ferial, pero siempre es agradable pasarse algún día por allí y dar una vuelta para tomarme mi Cariñena con barquillos escuchando de fondo la inolvidable locución de los hermanos Pernía

Es cierto que la magia ya no es la misma, pero después de todo, el recinto ferial, así como los cacharritos o las casetas no son solo sino una pieza más del engranaje de la festividad, que también se celebra en las calles de la ciudad, y no solo en el Casco Antiguo, con la denominada Feria de Día, sino en todos los barrios.

Como pacenses que somos es importante que participemos en nuestras fiestas de una u otra manera, y que cada uno la sienta como suya. 

Personalmente aun no tengo hijos a los que llevar a montarse en los cacharritos, pero me gusta aprovechar la excusa de la Feria para reunirme con amigos y seres queridos y beber y comer un poco más de la cuenta, y disfrutar del  buen ambiente que se respira en Badajoz. Porque ya lo saben. 

En la Feria de San Juan siempre estoy feliz y de buen humor, sean cuales sean los problemas. Y seguramente la mayoría de ustedes también

Porque aunque no seamos estudiantes, ni sintamos ya el cosquilleo en el estómago al pensar en las chicas que nos aguardan en la mágica noche de San Juan, ligeras de ropa y con pantalón ajustado, o en los furtivos besos al amanecer, y tantos momentos especiales vividos sobre el polvo del ferial, siempre quedará dentro de nuestro corazón esa sensación de libertad y felicidad.

Ese aroma inolvidable de fin de curso que nos acompañará para siempre en la Feria de San Juan.

sábado, 15 de junio de 2013

Buenos días



Antonio García Orio-Zabala rodeado de sus personajes del "Buenos Días"

El día 1 de Abril de 1948 la historia del Diario HOY, o más bien la de sus lectores, cambió para siempre. Antonio García Orio-Zabala publicaba su primera columna en aquel “Buenos Días” con el que se ganó el corazón de los extremeños durante las décadas del 50, 60 y 70

Puede afirmarse que de una u otra forma también transformó la manera de enfrentarse a un artículo o crónica periodística en nuestra región. El seguimiento masivo de su columna no perseguía más que practicar cada mañana el siempre sano y recomendable ejercicio del entretenimiento y buen humor, práctica que no era tan habitual de encontrar en la prensa escrita diaria en aquella época.

Orio-Zabala, hombre irrepetible e inteligente, sabedor de que el buen humor es el único oxígeno respirable, escondía dentro de la aparente inocencia o superficialidad de sus cotidianas historias, alguna que otra crítica social y económica, que en boca de sus personajes más conocidos resultaban tan hilarantes como profundamente certeras y reflexivas.

La vida de Orio-Zabala señala inequívocamente parte de la historia extremeña de aquella época, y así mismo es pieza casi imprescindible para entender su realidad, circunstancia e incluso pensamiento. De inequívoca manera también lo entiende así la familia García Calderón, hijos del famoso periodista, quienes tuvieron la generosidad (y me atrevería  a decir que el acierto) de donar el archivo bibliográfico de su padre a la Biblioteca de Extremadura, la más destacada Institución para velar por su conservación y difusión para con los extremeños y el resto del mundo.



Joaquín González Manzanares, director de la BIEX, ha trabajado incansablemente durante meses junto a su equipo en pos de la exposición que para todos los extremeños se ha preparado en las instalaciones de la Biblioteca de Extremadura.

El jueves 13 de Junio, y no es casualidad que la fecha coincida con el día de San Antonio, a las 20:00 H. tendrá lugar el importante acto en lo que será la inauguración de la Exposición del archivo de Antonio GarcíaOrio-Zabala. Con la asistencia confirmada del alcalde de Badajoz Francisco Javier Fragoso Martínez y el Director General de Promoción Cultural José Antonio Agúndez García, intervendrán también Teresiano Rodríguez Núñez, ex director del Diario HOY, Francisco Pedraja, Director de la Real Sociedad Económica Amigos del País y Enrique García Calderón, hijo mayor del homenajeado, periodista durante más de 40 años en HOY, y sin lugar a dudas una de las mejores e irrepetibles plumas de la región.

En la pasada edición de la Feria del Libro de Badajoz, ya pudo visitarse una breve muestra de lo que será esta exposición ampliada. Para la ocasión, el Ayuntamiento de Badajoz junto a la Unión de Bibliófilos editó un excelente catálogo en el que puede apreciarse una inmejorable semblanza de Jesús García Calderón, hijo menor de Orio-Zabala,  de recomendada y casi obligatoria lectura para entender las circunstancias de una época: “Crónica y olvido de un maestro”.

Es curioso que, a pesar de no ostentar ningún tipo de rencor en su corazón, la palabra “olvido” aparezca en la semblanza del hijo a su padre. Pero innegable es también afirmar que, quizás por las circunstancias y cambios radicales que, coincidiendo con su muerte, transformaron el país y nuestra región a partir del año 1975, sí es cierto que quizás haya existido un descuido, una inadvertencia, un pequeño extravío en la memoria de las Instituciones, que no en el corazón de la mayoría de extremeños que siempre recuerdan con cariño y generosas palabras su buen nombre.

González Manzanares, consciente de esta pequeña amnesia institucional, ha sido el primero en empeñarse en impartir justicia, ahora que el tiempo, ese puñetero fiscal implacable donde los haya, nos ofrece la perspectiva y la posibilidad de echar la vista atrás, de comparar y recuperar una figura imprescindible de la historia y la cultura extremeña. 

Estoy plenamente convencido de que este no es sino el primer paso de otros que llegarán a enmendar ese imperdonable omisión en nuestros días. Sin duda el Ayuntamiento de Badajoz sabrá recompensar su legado con una calle con su nombre, y el Gobierno de Extremadura premiará también su labor a título póstumo.

Desde estas líneas no me queda más que agradecer de corazón tanto esta como todas las generosas iniciativas que se prodiguen a partir de ahora, ya que de una u otra manera la historia de Antonio García Orio-Zabala es inevitablemente parte de la mía propia.

Anímense a recorrer y visionar en la Exposición una parte de lahistoria extremeña, a recordar algunos y a conocer otros cómo a través de un artículo podíamos los extremeños saborear la primera taza de café con una sonrisa, una carcajada o una profunda reflexión.


Me despido con un “¡Arriba la póliza!” con la tranquilidad que supone que Ángel Ortiz, director de HOY, no será arrestado ni rapado al cero por publicar este artículo, como le ocurrió a su homólogo Narciso Campillo, abuelo de los excelentes músicos pacenses que componen el grupo pop extremeño “Tam Tam Go!” por aquel jugoso “Patriotismo” que mi abuelo publicó el 7 de diciembre de 1950 en su “Buenos Días”. 

En aquella ocasión, una vez más el humor se alió con la inteligencia, demostrando que aquel que pretende ser más papista que el propio Papa, y no sabe reírse de sí mismo, corre el riesgo de parecer el más simple y ridículo de los mortales.

Publicado en Diario HOY el 13/06/2013

martes, 11 de junio de 2013

Exposición Archivo Antonio García Orio-Zabala

Biblioteca de Extremadura

Exposición Archivo "Antonio García Orio-Zabala"


En la Biblioteca de Extremadura, el día de San Antonio, 13 de junio, a las 20.00 horas



Con motivo de la donación, del Archivo Personal Antonio García Orio-Zabala (Badajoz, 1913-1975), realizada por la familia del polifacético periodista del Diario HOY, la Biblioteca de Extremadura de la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno de Extremadura, el día de San Antonio, 13 de junio, a las 20.00 horas, quiere homenajear su generosa aportación al patrimonio cultural extremeño, mediante una exposición bibliográfica de una selección de las obras y documentos donados (fotografías, obras y artículos manuscritos, y numerosos efímeros, etc...), que recoge la vida, obra y aportación cultural de este badajocense, cuya trayectoria vital se desarrolló, prácticamente, a lo largo de toda la geografía extremeña, y más concretamente, Badajoz y La Albuera, donde llegó a ser alcalde.

Los intervinientes del acto serán Teresiano Rodríguez Núñez (ex-director del Diario HOY), Francisco Pedraja ( Presidente de la Real Sociedad Económica Amigos del País), Enrique García Calderón (hijo mayor de Antonio García Orio-Zabala), además, contaremos con la asistencia de José Antonio Agúndez García (Dir. Gral. de Promoción Cultural) y Francisco Javier Fragoso Martínez (Alcalde de Badajoz).

La exposición bibliográfica, queda reflejada en un catálogo digital, que reúne la documentación más relevante del archivo donado, incluyendo las semblanzas literarias realizadas por algunos miembros de la familia García Calderón.

miércoles, 5 de junio de 2013

Ganando Barlovento. El blog de Enrique García Calderón

"Ganando Barlovento" el blog de Enrique García Calderón


Hoy ha nacido un nuevo blog: "Ganando Barlovento", en el que mi padre, Enrique García Calderón, escritor y periodista del Diario HOY durante 40 años, promete entretenernos como más le gusta, a golpe de pluma.

Hoy en día todos bloguean, ¡Hasta mi padre!


En su blog podréis encontrar algunas viejas crónicas o artículos de su etapa en HOY, así como artículos de opinión, sonetos, coplas, redondillas, cuentos o anécdotas que irán surgiendo de su incansable sesera.

Me ha costado lo mío pero al fin lo he conseguido. ¡Mi padre se ha hecho un blog

Por estas fechas no sabíamos ni lo que era Internet, 30 años
después ambos somos blogueros

Pido paciencia los primeros días, hasta que se haga un poco a esto de la edición y el formato, pero no podía permitir que el resto del mundo se perdiera todo lo que tiene que ofrecernos.




"Papá; desde este blog, Don de Loch Lomond, te deseamos que tu inclusión en el maravilloso mundo de los blogueros se produzca de la manera más satisfactoria. Te seguiremos con interés".

martes, 4 de junio de 2013

Revista Oficial del EXCMO. Ayuntamiento de Badajoz


Hace pocos días volvieron a ponerse en contacto conmigo desde el EXCMO. Ayuntamiento de Badajoz para solicitar mi colaboración en su Revista Oficial en la que colaboro desde el Carnaval del 2012.


Mi artículo del último número Carnaval 2013(Foto:Enrique Falcó)

Mentiría si no reconozco que es algo que me honra y hace especial ilusión, pues supone una tribuna inmejorable como pacense para dirigirse a los conciudadanos de una manera muy especial.




Normalmente la Revista Oficial del EXCMO. Ayuntamiento de Badajoz viene publicándose un par de veces al año, en Carnavales y en la Feria de San Juan.

Tras los saludos de rigor del alcalde y el concejal se presentan dos partes diferenciadas. 

La primera de ellas siempre presenta unas espectaculares fotografías, mientras que la segunda se compone de artículos, relatos e historias de periodistas y escritores de la ciudad con la fiesta en cuestión como tema central.


Números en los que he colaborado. (Foto:Enrique Falcó)

La revista puede conseguirse en diferentes negocios y edificios públicos de la ciudad, así como en el Ayuntamiento.

He añadido una categoría en las que incluiré mis pasadas colaboraciones en esta revista, en donde será un placer y un honor seguir colaborando durante muchos años. 

Ni que decir tiene que también subiré mi próxima colaboración en cuanto se publique el número de la Feria de San Juan 2013

Espero que sea del agrado de todos los amigos de este blog y que la Revista Oficial del EXCMO. Ayuntamiento de Badajoz siga editando muchos números legando así para las generaciones futuras una documentación imprescindible para conocer la historia de nuestra ciudad.