Don de Loch Lomond

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martes, 12 de enero de 2016

Phil Collins. La batería cargada




El mundo de la música puede ser en ocasiones tan injusto e ingrato como el de la política, y no solo por aquello de la poca sesera del personal, empeñado en negar categóricamente que un artista pueda ofrecer a lo largo de su carrera trabajos mejores o menos exigentes, o incluso alejados del mundo comercial. Existen quienes jamás perdonan un fracaso (no me refiero solo a los críticos musicales), y en ellos no hay marcha atrás posible ni lugar para el perdón o una nueva oportunidad.
A principios del pasado mes de Noviembre, uno de los mayores artistas de la música Pop-Rock de los últimos 30 años, Phil Collins, quien, sin duda junto al vanidoso McCartney y al desaparecido Michael Jackson, es uno de los tres artistas que ha vendido más de 100 millones de discos por todo el Mundo, anunció su vuelta a los estudios tras aquel disco de versiones Going Back (2011), en el cual Collins reversionó temas clásicos del estilo R&B y soul característico del sello Motown.
Problemas físicos, emocionales, de salud incluso, le obligaron a abandonar la industria musical. Recuperado ahora de sus problemas y con las baterías más cargadas que nunca anuncia su regreso, disco nuevo y gira, lo que debería significar para los amantes de la música una noticia cuanto menos alentadora.
Sin embargo existe mucho cachondo suelto, e inculto musical naturalmente, y a modo de cierta guasa se ha erigido una plataforma en contra del regreso de quien ha aportado para la historia canciones a la altura de “Easy Lover” o “In the air tonight” (curiosamente dos elegidas al azar por el menda que cuentan con unos excelentes breaks de batería).

Algunos nunca perdonarán al bueno de Felipe Colinas (perdonen el cariñoso apelativo que ya saben que me encanta) que se encargara de la banda sonora de Tarzán, y que encima ganara un Oscar por aquello. Es curioso pero me vienen a la cabeza acciones parecidas a esta plataforma creada en contra de su regreso, en donde siempre se trata de ridiculizar al genio de Hounslow.

En un capítulo de South Park no sale muy bien parado el genial baterista y cantante, en el que acaba abucheado y manteado por todo el pueblo con su estatuílla del Oscar introducido en salva sea la parte. Otro momento, algo más inocente, sucede cuando en un episodio de Los Simpsons, Bart se lamenta estallando en lágrimas tras una lesión que le impedirá tocar la batería de esta guisa:”Era un gran batería y ahora no soy nadie…. igual que Phil Collins”.



Quien suscribe suele tomarse las cosas con humor, y cuando uno es una estrella mundial, está claro que viene incluído en la nómina encajar este tipo de coñas como lo que son, una burda excusa para echarnos unas risas. Pero habría cuanto menos que exigir un poco de jodido respeto cuando se trata de una estrella mundial de tan alto calibre. Qué quieren que les diga, que sí, que hay muchos temas de Phil Collins que también me parecen una puta mierda, pero eso no significa que no albergue canciones estupendas en muchos de sus discos. Nadie se libra de canciones más o menos desafortunadas… ni siquiera Los 4 de Liverpool pueden presumir de ellos, y en solitario mejor no mentar al vanidoso McCartney ni a mi añorado Lennon (35 años ya sin él… SNIFF).


Como baterista, entenderán que artistas como el protagonista de hoy, gozen de toda mi simpatía. Ya es harto difícil y complicado dominar un instrumento que requiere habilidad y coordinación y llegar a formar parte de un gran grupo, como para encima no conformarse con ello y querer ir más allá. Siempe he apreciado en Phil Collins esa habilidad para utilizar breaks de batería que a simple vista parecen sencillos pero que alcazan la belleza de la rotundidad. Tanto en sus interpretaciones como con los músicos que ha trabajado. En sus actuaciones en solitario, a la hora de interpretar un solo de batería, en muchas ocasiones ha ofrecido interpretaciones a dúo muy interesantes con originales contratiempos en lugar de dedicarse a hacer simplemente ruido mostrando su técnica.

La anteriormente mencionada “Easy Lover”, que compuso y produjo para Philip Bailey, y que ambos convirtieron en éxito en majestuoso dúo, es una obra de arte que serviría sin duda para la formación de un baterista novel. Si existe un tema en el que un buen batería muestra sus habilidades y el sentido de tan peculiar instrumento, sin duda éste estaría entre los primeros.
Destacaría sin duda su buen hacer para las versiones, consiguiendo un gran resultado en el “You Can’t Hurry Love” de The Supremes o en el “True Colors” de Cyndi Lauper.
Desde esta carnicería le damos la bienvenida sin duda al cantante-baterista con la batería cargada, en todos los sentidos, e incluso les adelantamos que sazonaremos su nuevos disco con acierto para ofrecerles a nuestros clientes una crítica en cuanto caiga entre nuestros cuchillos. Lo dicho, humor el que quieran, pero no dejen por ello de perderse a uno de los grandes.

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lunes, 4 de enero de 2016

Reivindicando los 90

En esta ocasión me gustaría afilar mis mejores cuchillos y ofrecerles, a falta de carne de Cobe, reflexiones fileteadas únicamente musicales, practicando el aconsejable ejercicio de remover la memoria para poder valorar en su justa medida la importancia de la música. Y ello, sin que el empacho de esta singular carnaza no sea mal visto por el último informe anticárnico de la OMS.
los 90Se preguntarán asombrados los clientes de tan insigne carnicería si quien suscribe es de la opinión de que no valoramos la música hoy en día en su faceta más relevante. Pues sí amigos, tan innegable como cierto sería afirmar que tras la revolución de Internet todos tenemos acceso a la música de manera rápida y gratuita, y esto es algo tan positivo como importante, pero justo sería afrontar el desvirtuamiento de la calidad sentimental que esta nos evoca.
Desde luego, pagar 3.000 pesetas de la época por un disco era cuanto menos excesivo. Es algo comparable a 70 u 80 euros en la actualidad. Mucho esfuerzo, muchos fines de semana sin salir… pero hace siglos que no experimento una sensación tan especial como aquella en la que llegaba a casa tras mi paso por ITACA, la añorada tienda de música que conseguía las delicias musicales de los pacenses.
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Un disco era un pequeño tesoro que te bebías en sorbos de emoción. La carátula, los créditos, las fotos, y una y otra vez a repasar cada pista, para escuchar el pequeño detalle del bajo en la séptima canción y el solo de guitarra de la intro.
Siempre se recuerda la década de los 80 como una de las más especiales y añoradas, pero a mi me gusta especialmente reivindicar los 90, y recordar, en cada momento que tengo ocasión, cuando cada viernes de fin de semana salíamos a lu búsqueda de aquellas nuevas tendencias que nos llegaban principalmente de EEUU, el Reino Unido, en incluso aunque en menor medida también de dentro de nuestras fronteras estatales y regionales.
los 90La importancia de aquellos garitos entrañables, como por ejemplo, El Inerzia, situado en la legendaria y céntrica “Calle de los bares” es inestimable. De acuerdo que el equipo de música casi siempre estaba precintado por la Policía (aunque ello no significara que no se usara por tan insignificante eventualidad), que existía un serio problema con el extractor de humos (yo creo que el problema es que realmente no existía) y que aquellos chupitos con los que obsequiaba la casa conseguían acabar de un plumazo con cualquier signo evidente de obstrucción intestinal. A cambio, nos proporcionaban la posibilidad de escuchar una y otra vez el “Buddy Holly” de Weezer, el “Black Hole Sun” de Soundgarden, el “Rape Me” de Nirvana, el emocionante “Shine” de Collective Soul o especialmente el momento favorito de la audiencia: “Do What They Told ya” de los antológicos Rage Against The Machine, el cual era coreado por toda la congregación parroquiana con una adaptación españolizada del estribillo que decía algo aproximado a “¡Que me chupes la chocha!” en lugar del “And now you do what they told ya”.
Que importante era en aquella época tener amigos que contaran con la singularidad de sintonizar la MTV para poder acudir a su casa con cualquier excusa, y deleitarte con el video clip de Blind Melon, aquel maravilloso “No Rain” que aún hoy emociona. Tus afortunados amigos aceptaban resignados aquellas absurdas y “casuales” visitas, y ya te tenían sintonizado el canal, aquello era solidaridad y alta camaradería, que también la encontrábamos en  pequeños gestos que hoy se han perdido.
Jamás se les ocurría a una pandilla de amigos hacerse todos con el mismo CD, aquello era absurdo y poco práctico, significaba desperdiciar tiempo y dinero. Así que si uno se hacía con el Nevermind de Nirvana, cualquier otro se compraba el último de los Red Hot Chili Peppers y tu el Dookie de los Green Day. Unas pocas de cientos de pesetas y las cintas de cassete regrabables de cromo del PRYCA proporcionaban un maná de cultura y sensaciones musicales que nos bebíamos insaciables.
los 90Todas las décadas son especiales, sin duda, y todas han otorgado maravillosa música y maneras de entender y disfrutar la vida, pero los treintañeros que nos vamos acercando peligrosamente a los 40 creo que la sentiremos siempre de un modo especial. Ahora, si una canción te parece interesante, en pocos minutos la obtienes de manera gratuíta, si quieres todo el CD, e incluso la totalidad de la discografía. Sin lugar a dudas ello es algo muy grande, pero que quieren que les diga, será que en el fondo soy un sentimental.
Mientras preparo y despiezo la carne, en mi Radio-cd Sony, adquirido en Sonido Rubio en el año  1994, suena un cd de temas varios de los 90. Es el momento del “Tonight, Tonight” de Smashing Pumpkins y al carnicero comienzan a resbalársele lagrimillas por su (ya no tan) joven rostro. ¡Y luego dicen que los 90 fueron una mierda!
Contacta conmigo desde blogdeenriquefalco@hotmail.com

sábado, 2 de enero de 2016

Extremadura. 20 años no son nada



Nací en 1978. Buena cosecha la de aquel año, el de La Constitución, y un año antes del denominado baby Boom del 79, año Internacional del niño. A los nacidos a finales de los 70 y principio de los 80 nos tocó contemplar de mocosos, y preadolescentes primero y ya adolescentes y jovencitos después, dos grandes décadas, los 80 y 90, que ofrecieron mucho a nivel musical.

¡Pero no solo de escuchar música vive el hombre! ¡Era tanto lo que iba llegando desde dentro y fuera de nuestras fronteras! Ahora lo pienso y me parece increíble cómo desde nuestra región pudieron darse tan grandes dosis de inquietudes musicales, cuando ni siquiera disponíamos apenas de alguna que otra pequeña tienda de discos en alguna de nuestras ciudades. Como imaginarán, ni asomo de Internet. Cada cual se las ingeniaba como podía, y era raro que aun así no existiera en cualquiera de nuestras pequeñas poblaciones al menos una docena de grupos o bandas de música, inspirados por muy diversas corrientes musicales.

Siempre se hablaba de Cáceres o pueblos como Montijo, y no digamos de Mérida cuando se gestó aquel maravilloso estudio de Jammin, que muy pronto se convertiría en particular Meca de peregrinación para todos aquellos grupos que soñaban con ofrecer un sonido digno de ser reproducido en nuestros modernos radio casettes.




Pacense de toda la vida, no creo que tuviera más de 11 o 12 años cuando escuchaba en las radio fórmulas, o visionaba en los programas de éxito de la televisión nacional triunfar a unos paisanos Tam Tam Go!, quienes arrasaban cantando en inglés, anticipándose a los indies de principios de los 90. Todos habíamos escuchado hablar de grupos antológicos como los Acción Rock Band, del reciente y lamentablemente fallecido Enrique Fernández Medina, o incluso esos famosos Play Boys de los que tanto hablaban la generación de nuestros padres.

En Badajoz, a finales de los 80, todas las jovencitas se morían por los Simple Coincidencia. Era uno de tantos grupos a los que había podido ver actuar en los Súper 1 de la Cadena Ser, que se organizaban en la plaza de los Conquistadores, en donde era bastante habitual, especialmente en fechas veraniegas, que se organizaran saraos de consideración con grupos a nivel nacional, y por supuesto siempre con la inclusión de grupos de la tierra.

 
Parece mentira pero en aquella época existían más iniciativas que ahora. Desde bien joven mordí el anzuelo envenado de la música, y a los 13 años ingresé en mi primer grupo, Cuarto Menguante, de claro corte pop español, similar a algunos otros de la ciudad como podían ser, por ejemplo, Situación Límite, de los hermanos Pereda.

En ese primer año (93-94), recuerdo no haber presenciado menos de una veintena de conciertos entre cafés teatro (En Badajoz estaba muy de moda el Sting, en donde un grupo tocaba durante un fin de semana completo) o multitud de garitos en donde se celebraban barriles o fiestas privadas, en donde era más que habitual que algún grupo de la ciudad amenizara la ocasión. Ni qué decir de los días del Centro en cada Instituto pacense, gran ocasión para ver grandes grupos con escenarios y equipos de sonido de verdad.




Se sucedían los concursos de grupos locales, en los 40 y en la cadena 100. Precisamente, en junio del 93, se organizó un concurso de grupos de pop Rock, cuyos finalistas actuaron en el viejo Vivero de Badajoz con Mikel Erentxun como fin de fiestas. Ahí ya destacaban, entre otros, Vanagloria, que venían de Mérida, de donde también eran Bajos Instintos, o Los Desahuciados de Armando Mazuecos (quien provenía de Su Graciosa Majestad de Jerez de los Caballeros). Seguían saliendo grupos a los que veíamos en los super 1 y en diferentes actuaciones: Masadá, Titanic, Katarsis, Dirección Sur, Teddy Bear, Johny Be Good, Toque de queda o Los Aliados del Viento, que llegaban de Almendralejo. Grupos como Sínkope, de Quintana de La serena, o Inlavables de Badajoz, eran ya entonces unos clásicos del rock regional. Comienzan a sonar The Animal Crackers en Radio 3 y Los Aviones presentan su primer disco en el viejo Teatro Menacho.




Estábamos arrancando la nueva década de los 90 y se sucedían multitud de iniciativas para los grupos. El Circuito Regional de Cociertos (C.R.C.), Los Camiones de La Junta, Artistas en Ruta, las Giras de la Diversidad, arrancan los festivales encabezados por Contempopránea y más tarde con Zorrock y Musiberia entre otros. A partir del 96, una nueva revolución de grupos: LICH, Violent Popes, The Wichards, No Fishing, Syba, Full de Ases, Juego Oculto, Pimientos verdes fritos, Fantic, Geisha, Left Brothers, Darksound, Generación Pelele, Super 8... La lista es interminable.




Hoy en día ya no hace falta gastar una cantidad indecente de dinero para obtener una maqueta o demo, y gracias a Internet ni siquiera hace falta mandar vía postal tu música, ni siquiera colgar carteles anunciando conciertos. La lista de grupos hoy es tan interminable y variada como entonces, pero habría que recuperar muchas de aquellas iniciativas que, especialmente con apoyo institucional, ayudaron a crear un gran movimiento musical en nuestra región.

¿Por qué desapareció todo aquello? ¿Por qué aún nadie se ha preocupado de recuperarlo? Creo, sin lugar a dudas, que 1996 fue el año de partida. Estamos a las puertas de 2016, y 20 años no son nada. Veremos si las instituciones son capaces de volver a otorgar a esta región una nueva oportunidad para músicos, público, promotores y tantos otros que viven por y para la música.

Publicado en LaCarne Magazine en Octubre de 2015

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sábado, 14 de noviembre de 2015

LICH confirma su presencia en Parque Sonoro 2016



La recordada banda pacense LICH ha confirmado su presencia en el Festival ParqueSonoro 2016, en cuya edición se pretende homenajear al festival de Puebla de la Reina Zorrock con la actuación de alguna de las bandas que actuaron en sus ediciones. Aparte del cuarteto pacense formado por Chuli (Jesús) García, Luis Gragera, Óscar Vadillo y Enrique Falcó, quienes actuaron en la edición del 97 y 98,  también han confirmado de momento su presencia la famosa banda cacereña Bloomington.

Como muestra presentamos el video de la famosa canción de LICH “La Casa de Colores” editado por Alfonso Búrdalo Gimenez.





Publicado en LaCarne Magazine en Septiembre 2015

sábado, 5 de septiembre de 2015

El bajo. Ese ese desconocido imprescindible



El bajo. El patito feo de quintetos y cuartetos musicales. La hermana pequeña de la guitarra eléctrica, incluso en ocasiones la prima feúcha y con aparato en los piños para algunos entendidos de pacotilla.
Existen quienes afirman que detrás de un bajo no hay más que un guitarristra frustrado, y como imaginarán, quien despieza la mejor carnaca mensual para los amigos de esta carnicería no puede estar más en desacuerdo.

Es cierto que muchos músicos llegan a colocarse antes sus cuatro cuerdas por mera necesidad, casualidad o incluso por qué no, también por cierta curiosidad, pero de ahí a que tras sus escalas graves se oculte un guitarrista poco habilidoso dista mucho de la realidad. Qué quieren que les diga, jamás se me ocurriría pensar en Flea como un músico con escaso arte y mínimas habilidades técnicas
.
El problema de los que desprecian su particular sonido suele ser casi siempre el mismo. No saben lo que es un bajo, y que me corten la cabeza si saben para qué sirve. Y lamentablemente nunca lo han escuchado. Y no es que sea algo fácil. Aún recuerdo la primera vez que por fin escuché el bajo, con apenas doce años. Acababa de descubrir a The Beatles escuchando “Drive my car” en el viejo walkman de un compañero de clase, y poco a poco me iba documentando de la historia de aquellos cuatro muchachos que habían conseguido llegar a lo más alto. En aquellas primeras fotos y videos lo descubrí. Aquella guitarra del vanidoso McCartney parecía especial, y no pude dejar de apreciar la curiosidad del grosor de sus cuerdas, que a la postre eran dos menos que las de Lennon y Harrison. 

Sabía distinguir el sonido de una batería, un teclado, guitarras electricas e incluso instrumentos de cuerda o viento, pero… ¿Que narices era aquello de un bajo?

El placer de descubrir por fin aquellas notas graves en el puente del “In my life” de The Beatles fue un placer parejo a contemplar el mar por primera vez. De repente aquel instrumento se convirtió en mi favorito para escuchar a pesar de ser un fanático de la batería. Empezaba incluso a valorar las canciones si estas tenían o no una línea de bajo interesante, ejercicio por cierto que jamas he abandonado. Me gusta pensar en el bajo como algo más que una guitarra que toca las notas graves para sustentar la melodía. El bajo no ha de ser solo una parte del conglomerado con el que empezar a construir un tema, pues puede en ocasiones convertirse en pieza maestra de una canción, y por supuesto tener sus momentos destacados.


Cantar mientras además te acompañas con un instrumento es algo que sin lugar a dudas se antoja como una faena harto complicada, ahora bien, cantar mientras tocas el bajo y además conseguir que este sea interesante es una proeza al alcance de muy pocos, por lo que siempre he sentido gran veneración por los bajistas-cantantes, y no sólo por mi amigo McCartney, sin lugar a dudas el mejor bajista de la historia. Sting también ha sido un artista que se ha resistido a que un instrumento tan bello pase a segundo plano, y al igual que el viejo Paul ha conseguido con cierta fortuna llevar el peso de muchos de sus grandes éxitos con tan particular instrumento.

Desde el mostrador de esta particular carnicería, recomendaría a mis consumidores revisar la carrera de los Jackson Five, y descubrir al “otro” cantante del famoso quinteto (muchos desconocen que hubiera otra voz principal que no fuera la del gran Michael Jackson) Jermaine Jackson, a la postre también bajista del grupo, por el que también siento cierta debilidad. La complejidad de sus melódicas líneas eran interpretadas a la perfección en directo, tanto en la del grupo con sus hermanos como en su recomendable carrera en solitario
.
No podemos olvidarnos de algunos excelentes cantantes bajistas a nivel nacional como Nacho Campillo de Tam Tam Go!, que ha ejecutado excelentes lineas de bajo para la historia de la música pop española (y además siendo pacense, bien por él).
Nuestra región extremeña es sin lugar a dudas cuna de grandes bajistas, Luis Gonzalo García de Los Desahuciados o Adolfo Campini por poner algún ejemplo, pero es cierto que no parece ser este instrumento el preferido de los cantantes de nuestra región
.
Si hablamos de bajistas cantantes es justo y necesario remontarse a finales de los 90, cuando una veinteañera formación pacense LICH se presentaba en formato de trío ante su primera maqueta y actuaciones. Jesús García García, más conocido como Chuli (además de Lich ha militado en Diva o News Solaris entre otros proyectos) tuvo que aparcar su guitarra eléctrica y adueñarse del bajo por necesidad, consiguiendo algunas de las líneas de bajo más bonitas que han escuchado estas orejitas que me dio mi santa madre. Aun recuerdo la melodía de “La Casa de Colores”, tan sencilla como hermosa y de cierta complejidad interpretativa a la hora de llevar el peso vocal.

Como batería, en mis conciertos siempre requería la presencia importante del bajo en mis monitores, excepto en una ocasión en un concierto, en la Sala Maravillas de Madrid, con el entonces cuarteto pacense LICH y Óscar Vadillo al bajo y segunda voz. En aquella ocasión, al genial músico pacense le aconteció la singular paranolla de que su bajo no se oía y no paró de subirse el volumen en la prueba de sonido hasta que consiguió que a los demás miembros del grupo nos temblaran los carrillos de la cara a cada nota ejecutada. Todos sin excepción solicitamos al técnico que eliminara totalmente el bajo de nuestros monitores. Lo sentíamos en cada milímetro de nuestro cuerpo.

El bajo es un instrumento maravilloso que puede aportarles mucho. Les animo a tratar de aprender a escucharlo, a fijarse en él y disfrutar de su peculiar sonido. Verán cómo desde entonces las canciones le parecen más completas
.
Y ahora les dejo que voy a disfrutar de una buena sesión de canciones con bajos espectaculares… y quiero sentir el bajo en mi cara.



miércoles, 26 de agosto de 2015

Humor, Subnopop y la canción del verano


Las personas que aceptamos que la evolución personal es algo tan natural como la vida y la muerte, no solemos obcecarnos en insistir sobre lo que consideramos una verdad como un templo, ya que los años nos han adoctrinado para mostrarnos cautos con las ideas, pues éstas pueden cambiar con el paso natural de los años.


Sin embargo, pocas afirmaciones de mi humilde persona siguen siendo tan válidas como aquella que insiste en que la música sí que es magia, y no lo que hace nuestro amigo Harry Potter meneando su varita al abrigo de juramentos impronunciables. Otra de las afirmaciones que no creo que cambien sin duda, sería la de reconocer que el humor es el único oxígeno respirable, y que aquellos que hacen buen uso de él se muestran como personas mucho más inteligentes y felices que la mayoría de mortales.


También, cómo no, la música y el humor han de viajar de la mano para procurarnos impagables momentos de buen humor aliñados con excelente música, y no me refiero solo a aquellas extraordinarias bandas sonoras de la historia del cine que acompañaban las peripecias de Los Hermanos Marx, o las desternillantes canciones de los Monthy Phyton. Seguro que a muchos clientes de esta carnicería se le arriban a la sesera canciones como la de “El valiente Sir Robin” en Los Caballeros de la mesa cuadrada o la archiconocida “Always Look on the Bright Side of Life” de La Vida de Brian.




La famosa canción del verano, al menos en nuestro país, siempre ha gozado de altas dosis de sentido del humor, y para la historia quedan temas como las famosas “Gordas” de Gurruchaga y La Orquesta Mondragón que “ellos” tanto preferían, o aquella toalla de Puturrú de Fua que nunca podías olvidar cuando fueras a la playa. Siempre han existido en este país artistas que se han dedicado al humor ayudados con la música, desde el “Gigi el amoroso” de Andrés Pajares y “La Ramona” de Fernando Esteso, a las desternillantes canciones de La Trinca o Académica Palanca.


En los últimos años parece que prodigan bandas empeñadas en que música y humor se muestren paradójicamente bastante más serios de lo que parece. Archiconocido es el caso de nuestros amigos Los Ganglios, omnipresentes en nuestra Carnicería Sanzot, o los geniales cómicos de espíritu chanante Carlos Areces y Anibal Gómez, que con su grupo Ojete Calor han creado un estilo que ellos definen como SubnoPop.


En grupos como los mencionados encontramos letras ácidas, irónicas, a veces tronchantes, pero siempre hay un espacio dedicado al surrealismo, a una buena melodía, a un video musical de calidad relevante o una ejecución musical que cuanto menos no desentona. El verano es un buen momento para refrescarse con algunas de estas propuestas y adentrarnos en una diversión sana, divertida, alejada del chiste fácil y que además nos haga reflexionar. No se me ocurre mejor idea para combatir los calurosos rigores del verano.



domingo, 2 de agosto de 2015

José Luis Algar. Planes para después de un resfriado



JOSE LUIS ALGAR (España) por Enrique FalcóDISCO: Planes para después de un resfriado (2013)
TEMAS: 10
WEB: https://www.facebook.com/joseluisalgar
El título del trabajo de Jose Luis Algar es una declaración de intenciones. Él mismo insiste en que pretendía que Planes para después de un resfriado (2013) fuese un disco optimista, pero los problemas vienen solos y nadie puede ser totalmente feliz.
Eso es lo que se desprende en un disco cuya voz no pasa desapercibida, con espacio relevante para letras de amor y desamor algo atípicas y originales. Un disco muy agradable de escuchar en donde cada canción suena totalmente distinta a la anterior.
El corte de apertura “Cuando pasa lo peor” y “Caviar” sin duda son de mis favoritas, y letras como “Yo también tengo problemas” o “Cosas que dejaste en mis cajones” van directas al hígado y al corazón.

LA SENTENCIA DE JOSE LUIS ALGAR

Destellos de Dorian y Guille Milkyway. Un disco para buenos y malos momentos. Despierta sentimientos y eso siempre es positivo.
VAN SOBRAOS EN: Melodías y letras
LO QUE YO CAMBIARÍA: A veces cuesta entender las letras en canciones como “trenes”, una lástima porque algunas son realmente buenas e imaginativas.

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domingo, 19 de julio de 2015

Pet Shop Boys en Contempopránea 2015





Pet Shop Boys en ContempoprÁnea 2015
Texto por Enrique Falcó – Fotos por S. Plata
El de los Pet Shop Boys, se encuentra entre el grupo de aquellos conciertos que casi se disfrutan más a priori que durante la propia actuación, embriagado por la emoción que supone poder presenciar en vivo a uno de los grupos más famosos del planeta, y que sin duda ha formado parte de la banda sonora de nuestras vidas.
Los del Reino Unido se metieron al público del Contempopránea en el bolsillo desde los primeros compases. Reconozco que me sorprendió muy gratamente que Neil Tennant se dirigiera casi desde el principio al público, esforzándose además en pronunciar algunas frases en nuestro propio idioma.

Lo de menos era la música, y eso que sonaron clásicos como “One More Chance”, “Always On My Mind” o el glorioso y emocionante “Domino Dance”, que el público que abarrotaba la Alcazaba pacense coreó con gran gozo, al igual que aquel sagrado himno de los Village People, el famoso “Go west” que el dúo británico hiciera suyo con gran éxito en 1993.
El espectáculo visual de efectos y de luces fue sencillamente fantástico, superando realmente las expectativas. Una hora y media de actuación en la que los cambios de vestuario se sucedían casi en cada nuevo tema. Dos coristas con estrafalario y desconcertante vestuario animaban aun más cada nueva canción.
El sonido fue bueno, a pesar del evidente y sinfín de efectos y sonidos programados, y la voz de Tennant sonaba intacta manteniendo todos sus matices.


Imperdonable que no ejecutaran la que sin duda es su mejor canción “Heart”, mi favorita del dúo británico que siempre albergaré en mi corazón, junto a aquel maravilloso video clip (con Drácula incluido) que me cautivó de adolescente.
También se echaron de menos algunas grandes canciones como “So Hard”, pero en defensa de Neil Tennant y Chris Lowe habría que añadir que ni en un espectáculo de dos horas podrían ofrecer todos sus éxitos en directo.
Gran acierto de la organización contar con ellos para esta edición tan especial. Si hace diez años alguien me hubiera hablado de la posibilidad de asistir a un concierto de los Pet Shop Boys a pocos metros de mi casa, hubiera pensado que habría bebido más de la cuenta. Tenemos un año para emocionarnos con otra visita de renombre. Hasta entonces, en las retinas de todos los asistentes perdurará el emocionante espectáculo visual teñido de las maravillosas sensaciones musicales que nos ofrecieron los británicos.
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sábado, 11 de julio de 2015

Mario Quintana y Hey Bob!




Bob Dylan

Poca suerte ha tenido esta bendita tierra a la hora de parir no solo artistas, sino a aquellos que, además de llevar por la sangre grandes dosis de ingenio y talento, sienten la necesidad de experimentar el cosquilleo que representa trabajar en pos de la promoción del resto de colegas con los que comparten algo más que una afición.

De vez en cuando, sin comerlo ni beberlo, se suceden vientos frescos inesperados que arriban para oxigenar un aire que se hace realmente irrespirable.
Mario Quintana, joven escritor extremeño, sin ningún tipo de ayuda económica y con la única subvención de su esfuerzo y contagiosas ganas, se sacó hace pocos meses de la chistera una editorial con un nombre sensacional, LeTour87, que previamente había aparecido en forma de revista literaria.
No contento con editar libros con títulos que llaman algo más que la atención como “Aquí se viene muy bien follado”, de Celia Blanco, o el delicioso “Los Hijos de Ulises”, de mi amigo el poeta Ángel Manuel Gómez Espada, se atreve nada menos que con la música, ya que Mario es de los que opina que ésta no es más que una excusa para adornar con melodías y bellos sonidos la poesía que encierra en sí misma.

Le conocí precisamente en la presentación en Badajoz del libro de Ángel Manuel Gómez Espada, escritor y poeta, amén de melómano reconocido, en la Librería Tusitala de Badajoz. Mario Quintana, además de analizar y debatir sobre la obra de Espada, y declamar algunos de sus versos, se atrevió a colgarse la guitarra eléctrica para acompañar con música los versos del escritor.

Aquello desde luego debió de gustarle y transmitirle sensaciones que desgraciadamente no están al alcance de todos, y en poco tiempo nos presenta una antología poética nada menos que sobre Bob Dylan.
El propio Quintana reconoce sentir fascinación por la figura de Zimmerman, y desde luego, ningún músico o melómano se atrevería a poner en duda que el cantante de “Like a rolling Stone” es una de las figuras más prolíficas e influyentes de toda la historia. Pero sí es cierto que se encuentra entre esa reducida lista de genios que para la gran mayoría no pasan desapercibidos, llegando a un punto indivisible que obtiene como resultado amor u odio incondicional.

A este valiente editor se le ha ocurrido animar a una serie de poetas para que le dediquen una antología a la figura del músico, a su obra, a todo lo que significa. En resumen, dar vida a la figura de Dylan a través de la poesía.

Pero no contento con esta gran idea se le ocurre ponerse a ensayar para realizar una gira de presentación por toda la región extremeña en la que, además de contar con la colaboración de algunos de los poetas que le dedican sus versos, se cuelga de nuevo la guitarra junto a la cantante M. José Molina y algunos músicos amigos para recitar, a la vez que versionar, las míticas canciones del viejo Bob.


Reconocerán que no estamos hablando de un editor convencional, sino de un artista que vive por y para la cultura, e incluso cual generoso amigo derrocha cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero para obsequiarnos siempre de manera diferente y original.

Lo más grande de todo es que Dylan solo será el principio, ya que Hey Bob! se engloba dentro de una colección llamada Tête de la course (Que maravillosa regresión continua a aquellos veranos con Perico Delgado e Indurain) que irá ligada a grandes mitos del arte y la música en particular.

Cabe adelantar que los próximos números serán dedicados a nada menos que artistas como Amy Winehouse o John Lennon, y como los amigos de esta revista conocen mi debilidad por el más grande de los cuatro de Liverpool, quiero adelantar que gracias a Mario Quintana trataré de convertirme por primera vez en poeta para tratar de expresar mi amor al autor de la más grande y dulce canción de la historia de la música. Sí, naturalmente me refiero a “Strawberry Fields Forever”.

Les confieso que cuando supe de Mario Quintana, y fui consciente de su impagable esfuerzo y ganas contagiosas por propagar la cultura, le dediqué un adjetivo que suelo utilizar con muy poca frecuencia, pues no son muchos los llamados a merecérselo:
Eres un puto héroe- Le dije admirado. Ulises era un héroe- Contestó él… Nosotros somos insensatos.

Amigos melómanos, quédense con este nombre, Mario Quintana: Escritor, poeta, editor… y aprendiz de músico e insensato… que como le ponga las ganas que le pone a todo, igual dentro de algunos números de LaCarne Magazine dedicamos la portada a su primer disco en solitario.

La gira de presentación comenzó el pasado 25 de Junio en Mérida en el Metabar. Continúa en Badajoz en Dulce Locura el 9 de Julio, y en Cáceres los días 18 y 26 del mismo mes en Psicopompo y Los 7 Jardines. Ya mantendremos informados a nuestros lectores de nuevas fechas a través de nuestra web.
Una suerte para la cultura extremeña, y en la parte que nos toca, música extremeña, que Mario Quintana no se marche de nuestra región en busca de mejores ayudas para sus ideas, que seguramente serían mejor recibidas en otros paraderos.

Pero tenemos suerte, ya que el propio Mario insiste en que este es un proyecto: Por y para Extremadura. Que así sea… y que ustedes lo apoyen y lo disfruten.